Cuando Jesús salió, alguien más entró.
Por tu fe en la tumba vacía, ese foso en el suelo volvió a ser una tumba: para el viejo tú.
Déjame compartir cinco cosas que murieron cuando pones tu fe en Jesús resucitado y que no se puede permitir que sigan viviendo como zombies en tu nuevo yo.
1. Miedo
La Biblia dice: “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio”. 2 Timoteo 1:7
Aquí hay una oración que querrás hacer todos los días:
Padre, ayúdame a dejar mi espíritu de miedo enterrado donde pertenece. Ayúdame a vivir con el coraje nacido del poder de la Resurrección mientras te sigo fielmente hoy.
2. Vergüenza
La Biblia dice: “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús”. Romanos 8:1
Por nuestra fe en Jesús, nuestra culpa se ha ido. Nuestro pecado es perdonado. Pero la voz de la vergüenza sigue tratando de decirnos que no somos dignos… de bendición, de paz, de gozo, de propósito. Es mentira. Nada de lo que has hecho está siendo retenido en tu contra por Dios, así que no dejes que la vergüenza te impida vivir en la luz.
Aquí hay una oración para mantener la vergüenza en la tumba donde Jesús la puso:
Jesús, gracias por perdonarme. Sé lo que te costó y no voy a desperdiciar el precio que has pagado por seguir viviendo en la culpa y la autorrecriminación. Ayúdame a mantener mi cabeza en alto, sabiendo que soy perdonado y libre.
3. Los deseos de la carne
La Biblia dice: “Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu y a su vez el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. Pero si los guía el Espíritu, no están bajo la Ley. Las obras de la carne se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y hechicería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, desacuerdos, sectarismos y envidia; borracheras, orgías y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.” Gálatas 5:17-25.
Al igual que la mano cortada de un zombi que de alguna manera se ha abierto camino para salir de la tumba, nuestros viejos deseos siempre están tratando de detenernos de la nueva vida que promete la Resurrección, pero como seguidor de Jesús resucitado, Dios te ha dado un Espíritu que está creando tanto un nuevo fruto como una nueva hambre por ese fruto.
Aquí hay una oración para dar muerte a lo que sigue tratando de volver a la vida:
Espíritu Santo, cierra el ataúd sobre lo que yo quería, y aviva mi deseo por tu fruto.
4. Hostilidad
La Biblia dice: “Pero ahora en Cristo Jesús, a ustedes que antes estaban lejos, Dios los ha acercado mediante la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que nos separaba, pues anuló la Ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad. Él vino y proclamó paz a ustedes que estaban lejos y paz a los que estaban cerca”. Efesios 2:13-17
Cuando estábamos alejados de Dios a causa de nuestro pecado, había un “muro divisorio de hostilidad” entre Dios y nosotros y entre nosotros y los demás hechos a Su imagen. La Resurrección destruyó ambos muros, pero la tentación de seguir viendo a los demás, –especialmente a aquellos que piensan diferente a nosotros– a través de el lente de sospecha y animosidad trata de mantenernos en la oscuridad e incapaces de hacer brillar la luz del Evangelio a aquellos que lo necesitan desesperadamente.
Aquí hay una oración para mantener el muro divisorio de hostilidad en la tumba a la que pertenece:
Dios, gracias por verme con amor incluso cuando era tu enemigo. Ayúdame a ver a los demás a través de esa misma lente.
5. Envidia
La Biblia dice: “¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos? Desean algo y no lo consiguen. Matan y sienten envidia, y no pueden obtener lo que quieren. Riñen y se hacen la guerra. No tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones.” Santiago 4:1-3
Aquí hay una oración para evitar que los deseos egoístas nos detengan:
Dios, gracias por todo lo que has hecho por mí. Ayúdame a confiar en Ti para que me des lo que realmente necesito. Ayúdame a recordar que las bendiciones deben ser contadas, no codiciadas.
CREDITOS DE AUTOR
Craig Smith
Pastor Principal
CREDITOS GRAFICOS
Maddie Brouwer
Coordinadora de Comunicaciones
CREDITOS DE TRADUCCION
Stacey Vega
Residente de Comunicaciones